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domingo, 12 de octubre de 2008
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El Sistema Límbico (III) PDF Imprimir E-Mail

El Hipocampo. De animales mitológicos, dioses y el caso H.M.

Prof. Dr. Roberto César Frenquelli

 

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Oraculo de Ammon en Siwa, en la Cirenaica (Libia)

 

 

 

 

 

 

El Hipocampo es una región del Lóbulo Temporal Medial. Toma su nombre por su parecido a los Caballitos de Mar, animal mitológico híbrido, mezcla de dragón y caballo. En realidad, resulta más adecuado hablar de Formación del Hipocampo, dando lugar a muchas otras complejas estructuras que se asocia al Hipocampo mismo. Como es el caso de la Circunvolución del Parahipocampo, la Circunvolución Dentada, la Fimbria o del Alveo.

Se trata de una zona vinculada al Sistema Límbico de enorme trascendencia en los mecanismos de Memoria, tanto que grandes Síndromes o Enfermedades conllevan alteraciones de alguna de estas regiones, como el caso de la Enfermedad de Alzheimer, el Síndrome de Korsakoff (Amnesia Fabulatoria). De hecho, nuestro nunca bien ponderado Fórnix, la Circunvolución del Cuerpo Calloso, los Tubérculos Mamilares, tantos otros accidentes que hemos ido mencionando, tienen una fuerte asociación con esta Formación. Lo mismo que con la Amígdala, denominación simple del Complejo Nuclear Amigdalino, de crucial injerencia en lo emocional. Y a su vez, todas ellas con el Sistema Límbico. Resultará bueno, no tengo dudas, retener algunos nombres y su topografía, y básicamente, sus funciones. Justamente, hablando de memoria, acudiremos aquí, una vez más al dicho atribuido a Einstein: “para qué gastar tanta memoria, si tenemos papel”. Bueno, parafraseándole, diré “para qué gastar tanta memoria si tenemos unas hermosas láminas”. 

 

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La Formación del Hipocampo
    

láminas tomadas de Netter

Bien por debajo de la prolongación temporal del Ventrículo Lateral podemos apreciar esa forma que llamamos Hipocampo. Es un corte coronal. El manto cortical, gris, se proyecta hacia abajo, haciendo una especie de “panza”, es la Circunvolución del Parahipocampo. El famoso caso H.M., el de aquel hombre operado por una epilepsia intratable, hace muchos años atrás, cuando no se contaba con medicamentos eficaces, nos ha dejado grandes enseñanzas sobre el rol funcional de esta zona. La experimentación animal, otros casos en humanos – fortuitos, desde luego - , corroboraron los estudios neuropsicológicos de H.M. . Que dicho sea de paso, vuelven a demostrar la gran capacidad para generar conocimiento del caso único. Descripciones como las de la Angina de Pecho, la Gota o el Parkinson, para citar algunas pocas, han dejado enseñanzas magistrales, a lo largo del tiempo. Ha sido precisamente la Medicina quien hizo la punta en este recurso de la investigación: el caso único. Tan bien visto por las Ciencias Humanas. De hecho, Freud, conocía muy bien su importancia.  

Pero dejemos de lado esta digresión  metodológica. Volvamos a nuestro Caballito de Mar, de tan candorosa prosapia, casi ingenua e infantil hoy en día. En realidad, mítica bestia que iba atada al carro de Neptuno.

 

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Caballito de Mar

Al parecer fue Plinio, en el primer siglo de nuestra era, quien usó por primera vez el nombre. Y Julio César Arantius, que vivió en el siglo XVI, quien denominó así a la región que estudiamos ahora. Curiosamente, este hombre, que se llamaba precisamente César practicó una operación cesárea en 1578. Y Plinio, apodado “el viejo”, asevera en su obra “ Historia Natural” que el primero de los Césares nació por medio de esta operación de vía abdominal. En el siglo XVIII, otro anatomista, Winslow, propuso llamarle Cornu Arietis, es decir “cuerno de carnero”. Y tras cartón, otro hombre, de apellido Garengeot lo llamó Cornu Ammonis, en honor al dios egipcio Ammon. La Nómina Anatómica de Basilea, una organización oficial de los anatomistas, en 1895, ha mandado a llamarle Hipocampo, pretendiendo cerrar el litigio. No obstante, aun podemos leer en algunos textos que siguen llamando a la región como Asta o Cuerno de Ammon. No es para menos, se trata de un dios !!!.  

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Ammon en una imagen de la Cirenaica

Ammon es una divinidad del antiguo Egipto. Siwa, un oasis del desierto de Libia, fue asiento del oráculo de este dios, también un híbrido, mezcla de hombre y carnero. Allí había unas aguas que destilaban vapores amoniacales, donde se practicaban la adivinaciones y curaciones. Visitado por Alejandro Magno, es posible que este se haya atribuido cierto parentesco con Ammon, dado que existen retratos escultóricos donde el gran conquistador luce cuernos adornando sus cabellos. Aníbal, el gran cartaginés, tampoco ignoró a este dios; que fue trasladado a  Zeus por los griegos y a Júpiter por los romanos. Existen estatuas en regiones tan distantes como alguna en la actual Alemania que prueban su popularidad por aquellos tiempos. Freud, en el Moisés, también lo cita en su exégesis histórica en torno a la figura del fundador del pueblo judío, en ese luminoso trabajo, de enormes derivaciones para la comprensión del psiquismo humano.  

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Alejandro Magno luciendo cuernos a lo Ammon

Ya sea híbrido, cornudo, dios, semidios, con poderosas facultades o mítico, nuestro Hipocampo o  Cuerno de Ammon, como quieran llamarlo, también tiene su importancia en la Psicofisiología.  Kandel, en su gigantesca obra “Principles of Neural Science”, establece el rol de la formación del Hipocampo para la Memoria Explícita. Se supone que esta se produce en una ida y vuelta  entre las cortezas asociativas uni y polimodales (frontales, parietales, temporales, occipitales) a las cortezas Parahipocámpica y Perirrinal, luego a la corteza Entorrinal y desde ella a las del Giro Dentado, a las secciones CA1 y CA2 del Hipocampo y el Subiculum. Ese pasaje, reverberante, establecería tanto las capacidades Semánticas como Episódicas. En un recorrido desde y hasta  la percepción.  

Está claro que la lesión de las Amígdalas no produce alteraciones de la Memoria Explícita, si de la coloración emocional. En cambio,  H.M., a quien también  se le había extirpado la corteza parahipocámpica y el uncus, no tenía capacidad de retener la información. Tenía el lenguaje conservado, lo mismo que los procesos perceptivos y sensomotores. Su Cociente Intelectual era normal. Aldo Ferreres, en su interesante revisión “Cerebro y Memoria” nos dice que esta amnesia de H.M., llamada anterógrada, es la “dificultad o incapacidad para almacenar nueva información a partir del momento de la lesión”, configurando una “pérdida a medida”, a medida que ingresa la información se pierde. Esto contrastaba con su capacidad de conservar bastante bien los recuerdos de los eventos de su pasado, previos a la cirugía, al menos de aquellos acaecidos más allá de los últimos dos años previos a la mutilación que sufriera.  

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Formación del Hipocampo y Fórnix
  

Para H.M. el reloj se había detenido para siempre. Si bien conservaba sus aptitudes para procesar información, solo podía retenerla unos pocos minutos. Esto muestra claramente la disociación entre la Memoria a Corto Plazo (que estaba conservada) y la Memoria a Largo Plazo (que estaba alterada). H. M. podía hacer inferencias, comparaciones y evaluaciones. Pero luego las perdía irremediablemente.  Esto era evidente cuando trataba las noticias de un diario. Estas aptitudes, que tienen un sesgo cognitivo, son mejor denominadas como Memoria de Trabajo aunque se mueven en el espectro del corto término. 

Nuestro Sistema Límbico, que duda cabe, guarda lo central de nuestra subjetividad: nuestra memoria, presta a reactualizarse desde su fondo mítico, que no es otro que el de las transformaciones históricas de las que ha sido capaz nuestro Yo en su eterno batallar entre los Instintos y la Cultura. 

   

 
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