Roberto C. FrenquelliSeminario Interdisciplinario de Rosario Homenaje a los 150 años del nacimiento de Freud2 de mayo del 2006
Hablar unos pocos minutos sobre Freud nos pone ante una gran exigencia. Una tarea tan grata como interesante, valga la redundancia con el título de la obra que he elegido. Escrita en 1913, a pedido de la revista científica italiana Scientia, posiblemente es la única dirigida a describir in extenso las diversas aplicaciones de la disciplina. Todo Freud puede entenderse, al decir de la Informática, como un gigantesco hipertexto. Justo es decirlo, casi un sinónimo de sus conceptos de condensación y desplazamiento, con sus paralelos, múltiple representación y sobredeterminación. De modo que cualquiera de las exposiciones de esta noche, cumpliría con aquello de “todos los caminos conducen a Roma”. Una Roma, dicho sea de paso, tan admirada por nuestro sempiterno homenajeado, que devuelve esos caminos hacia múltiples campos del acontecer humano. Como Médico interesado en las Ciencias del Hombre, por ende de toda una Antropología nítidamente alojada en el Psicoanálisis, no podría ser de otra manera, he elegido siguiendo lo que identifico claramente con mis deseos. Los de quien ha sido educado bajo la égida de aquellas y aquellos normalistas herederos de Sarmiento. Una de las últimas estribaciones de la Modernidad que sostienen lo que aún se sostiene de nuestra Patria. No deben entenderse esto que digo como un ridículo panegírico sobre mi mismo. Es que entiendo a Freud dentro del proyecto Moderno. Y como tal, como una herramienta apta para la acción transformadora. El texto, dividido en dos partes, alude primeramente al “interés psicológico”. El Psicoanálisis, nacido como terapéutica médica de la patología psiquiátrica, es ubicado como un gran aporte a la Psicología. Una Psicología Profunda que amplia el campo de la Fisiología de la época, para superarla mientras la incluye. “…Constituiría un serio error suponer que el análisis se propone alcanzar, o postula, una concepción puramente psicológica de las perturbaciones anímicas”. Desarrolla sobre las operaciones fallidas y los sueños, recostado en sus obras anteriores. Como siempre pasa en Freud, su lectura resulta tan amena como siempre, dejándonos casi con la seguridad de que su modo de trabajar en análisis sería casi el mismo de su escritura. Tan llana como compleja, tan elegante como simple. Para quien quiera. La segunda parte del texto aborda el interés para las ciencias del lenguaje, la filosofía, la biología, la psicología evolutiva, la historia de la cultura, el arte, la sociología y la pedagogía. Una lectura cuidadosa, que justo es decir no he realizado totalmente, nos marca fuertes puntos para pensar el psicoanálisis de hoy en día. Fatídicamente puesto en los estrechos límites de una territorialidad tan antipática como estéril. Un psicoanálisis actual, tan olvidado de este trabajo, tan reduccionista, tan empobrecido en sus proyecciones, tan renegado de sus propios orígenes que no parece psicoanálisis. Se trataría de un supuesto psicoanálisis, ese que “no es psicología”, como reza el latiguillo que repiten los Estudiantes de nuestra Carrera de Psicología. Siento una gran simpatía, como manera de expresar esa grata sensación de mi narcisismo solamente algo sofrenado, por el análisis del punto dedicado a la biología. Donde correlaciona la sexualidad ampliada a los procesos sensorio motrices desarrollados en el vínculo temprano, con su impronta en la organización del pensamiento. Privilegia las primeras huellas, las primeras inscripciones mnémico afectivas, como en los sueños. Huellas que en Freud, con su fuerte asentamiento naturalista, anteceden nítidamente al lenguaje digital. Un fino desarrollo de la pregunta sobre lo humano, asentado en la evolución de las especies. Grilla que le permite acceder al desarrollo de las sociedades, a su magistral enlace de naturaleza y cultura; del sujeto y lo social. Al arte, como fuga y concreción sublime de las ansiedades, a lo pedagógico en pro de elevar la razón sin negar sus bases primitivas. Freud, aquí y en todos lados, es un testimonio claro del atravesamiento disciplinar. Freud es transdisciplina. “A pesar de todo nuestro empeño por evitar que términos y puntos de vista biológicos pasen a presidir el trabajo psicoanalítico, nos resulta imposible dejar de usarlos ya para la descripción de los fenómenos que estudiamos”. El tramo dedicado al concepto de pulsión, más que una ligera repetición de su producción anterior, como es característico de todo Freud, deja señales inequívocas de su bullir teórico, pronto a dar muestras muy significativas, como las de “Introducción al Narcisismo”. “Me considerare satisfecho si estas escasas puntualizaciones han puesto en relieve la vastísima mediación que el psicoanálisis establece entre la biología y la psicología”. Como pasa en la geometría fractal, con los hologramas, de los que tanto se habla ahora, su nítida visión de la correlación filogenia – ontogenia, le permite ver el todo en la parte y viceversa. Poder leer los albores de la humanidad en los orígenes del sujeto, en sus emociones primarias. Que se reactualizan constantemente hasta los principios donde se fundan nuestras instituciones, con sus discursos. Que en vano buscan su autovalidación, siempre girando sobre la tragedia de Edipo. Síntoma, sueño, mito y ciencia en un telescopaje permanente. “Paralelo al progresivo gobierno que los hombres adquieren sobre el mundo discurre un desarrollo de su cosmovisión que se extraña cada vez más de la creencia originaria en la omnipotencia y se remonta desde la fase animista, pasando por la religiosa hasta la científica. Dentro de esta concatenación, mito, religión y eticidad se insertan como unos intentos de procurarse resarcimiento por la deficiente satisfacción de los deseos”. Sabemos que este trabajo, casi contemporáneo de esa fantástica aventura de las ideas que es “Tótem y Tabú”, es una bandera más de un titánico esfuerzo por el Hombre; que surge en un tiempo que es antesala de grandes producciones como “El mas allá del Principio del Placer”, de todo un cambio teórico conocido, de el “El porvenir de una ilusión” o el “Malestar en la Cultura”. Un trabajo, que como dije antes, cuando hablaba de hipertexto, navega en todos los sentidos posibles. Desde aquel primer escrito, de 1877, sobre los testículos de las anguilas, hasta “Moisés y la religión monoteísta” o el “Esquema del psicoanálisis”, circa 1939. Seguramente también se dirá, no sin acierto, no sin un dejo de vacuo ritornelo, que fue escrito poco antes de la Gran Guerra. Se hablará entonces de la muerte y de tantas otras lamentaciones sobre la Ciencia y la humana condición. Nada podrá frenar el derrame libidinal, que como preciosa herencia, nos compete a los hemos tenido la suerte de ampararnos bajo la luz que de ella se desprende. Y que nos convoca esta noche. Como siempre. |